CUANDO LA ÉTICA NO ES ESTÉTICA
- Mercedes Peña Abogados de familia
- 12 jun 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 30 jul 2022
¿Para qué sirve la ética?. Parece que en los tiempos que corren, cualquier pregunta relacionada con la filosofía está anticuada, carece de interés. Si “La ética consiste en conjugar la justicia con la felicidad”, como opina la filósofa Adela Cortina, sería un término de plena actualidad.

Una de las ramas de la ética, es la ética deontológica. A los abogados se nos exige un Código Deontológico, una ética profesional que se basa en la conciencia individual y que busca el bien de los individuos en el trabajo. La experiencia como abogado, debe llevar a cánones de exigencia ética máxima en el ejercicio de la profesión.
La primera regla de práctica ética es el deber de informar al cliente con una claridad rotunda. En nuestra especialidad, el derecho de familia, muchos clientes llegan con ideas preconcebidas, alimentadas por consultas en internet, por temores injustificados o por deseos de obtener una victoria frente al otro como errada forma de sanar viejas heridas. Nadie mejor que un abogado, sabe si la pretensión del cliente tiene fundamento para prosperar judicialmente. Es un tema frecuente, la custodia sobre los hijos menores. Padres y madres que pretenden ostentar en solitario la custodia de sus hijos (frente a una práctica judicial ya consolidada, como reflejo de la realidad social en la que el sistema de custodia compartida es el que se impone), para ello, acuden a argumentos que ni aisladamente, ni en conjunto, van a tener trascendencia jurídica para privar a un progenitor de la custodia de su hijo. Alejarse del patrón del padre o madre ideal, no inhabilita a un progenitor para tener la custodia de sus hijos. Alimentar en un cliente, una fantasía injustificada, que le lleve a emprender el largo y costoso camino del litigio, no es un asesoramiento ético. Quizás el lector pensará, que entonces para qué estamos, para qué se nos contrata. Pues se nos contrata por nuestra experiencia, se nos contrata por nuestros conocimientos de derecho de familia, por nuestros conocimientos en la práctica en los Juzgados y Tribunales. Se nos contrata para que el cliente, sin perder el criterio de justicia, resuelva su problema sin dilación, con una visión de futuro, sin soluciones precipitadas que tendrán consecuencias irreversibles en el futuro, pero tampoco en el marco de una judicialización interminable, en la que, aun ganando, se pierde. Si la ética es conjugar la justicia con la felicidad, para eso se nos contrata.
Tras la máxima de exponer la verdad al cliente, el asumir un encargo profesional conlleva situar la defensa del cliente en el centro, es el objetivo más importante, los intereses del cliente se convierten en nuestros intereses. Esta defensa del cliente no puede ceder ante criterios de conveniencia, ni ante el desánimo. Ni aun cuando llegamos a la Sala o al Juzgado, y vemos cómo todos los vientos parecen soplar en contra. No hay que ceder. En la lucha por la justicia, no vale conformarse con lo que no lo es, con lo que legal, cabal y racionalmente no es justo. No podemos defraudar a nuestros clientes, admitiendo pactos o conformidades que defrauden el sentido moral de la justicia con mayúscula, y esto, aunque tengamos en contra el parecer de jueces, fiscales, o de cualquier otro agente de los que puede intervenir en el proceso. Siempre en la lucha por la Justicia, habrá una instancia superior a la que recurrir, un lugar en el que se nos oiga, porque recurrir es la forma de protestar en el Estado de Derecho.
Por esto decimos, que la ética a veces no es estética. Nos obliga a no dar la razón al cliente cuando entendemos que no está asistido de ella, y nos obliga a ser beligerantes y poco dóciles con jueces y fiscales, esto a veces no es estético, pero para esto se nos contrata, y esta es la ética en nuestro trabajo.
Efectivamente Mercedes, la teoría es como tu dice, peroi en la "práxis" como bien es sabido todo cambia,Todo llevado , por el espiritu liberal capitalista , " to make money" anglosajón y. famoso sin dinero no hay negocio, ética, deontología.
Pues la abogacia no es acto de bondad al uso, sino que se ha convertido en una profesión, liberal y competitiva, que implican las luchas por ganar cuota de las grandes firmas frente a los despachos y abogados single, que luchan por las migajas de los primeros , los cuales últimamente tambien compiten por las migajas, cartel de vehículos , productos bancarios, realizando ofertas tipo sin costo a resultado, le anticipo X gane o pierda y me quedo con e…